¡Descubre el apasionante duelo culinario del arroz fermentado entre China y Japón! | Gastronomía: recetas, restaurantes y bebidas | EL PAÍS
Probablemente, no existe bebida más emblemática en Japón que el sake. Y salvo por el cada vez más renombrado whisky del país (que representa más del 50% del volumen total de ventas en el extranjero), tampoco hay líquido que se importe más: para 2024, se estima que las ventas han superado los 247 millones de euros. A pesar de que el consumo ha disminuido entre la población local, el aumento de los precios y la elevada demanda internacional han permitido que las cifras de este icónico elixir del país del sol naciente se mantengan sólidas. En realidad, "sake" es la denominación que utilizan en Japón para referirse a cualquier bebida alcohólica, aunque en su mayoría se usa específicamente para hablar de esta bebida destilada a base de arroz, agua, levadura y hongo koji.
El aumento de los restaurantes japoneses de alta gama en todo el mundo (excepto en China, donde la apertura de estos establecimientos ha decrecido debido a la desaceleración económica y medidas como la suspensión temporal de las importaciones de productos marinos japoneses) también ha ayudado a la popularización del sake, tanto en el valor por botella como en el alcance internacional.
Como testimonio gráfico que plasma la tradición, la historia y el arte de hacer sake, la editorial Tanso publica Sake, un libro de más de 400 páginas, firmado por Elliot Faber y con fotografías de Jason Lang (98,95 euros). Una obra que es al mismo tiempo visita y viaje y que recorre las bodegas más antiguas de Japón para contar la raíz de un líquido profundamente ligado a la tradición del país, pero cuya historia sigue generando un encendido debate entre los expertos: algunos afirman que su producción empezó en China en el año 4.800 a.e. y de allí se importó a Japón, mientras otros sitúan el nacimiento del sake en el propio Japón en el siglo III gracias al inicio del cultivo húmedo del arroz. Sea como fuere, el sake puede encontrarse ya en (casi) cualquier lugar del mundo y no parecía haber mejor momento para recopilar un pedazo de su vida en las páginas de un libro.